Casa  del Sacristán

 

 

 

 

Plaza de la Catedral, 4

ASTORGA

24700 León - Spain

Afamado experto en la ciencia fisiognómica de quimeras y monstruos, sus nombres y atributos, Maese Kill habría sido contratado para validar el programa iconográfico barroco de la Catedral de Astorga en plena construcción, dando réplica a las cohortes celestiales con ese fantástico ejército de bestias de piedra que se encaraman por arcos, torres y balaustradas de los templos: mascarones y gárgolas asustando y previniendo a los fieles, merodeando y advirtiendo a este mundo de que hay otros, diversos, más allá o más acá, según se mire.

 Lo sitúan muy joven en expediciones al Nuevo Mundo tras los pasos de Bernardino de Sahagún, copiando códices amerindios, retratando nativos, dibujando la flora y fauna de aquellas latitudes. De hecho, fue dueño de un armadillo que con él traería hasta Astorga. Conocida era su dedicación a la criptozoología de entonces, y su sentida admiración por la arquitectura de los irracionales (atesoraba iridiscentes telas de araña y nidos abandonados, de pájaros y de todo tipo de insectos) Ojeando el Manuscrito de Astorga sobre halieútica (arte de la pesca), fabricó 'moscas artificiales' con sedas y plumas de gallo, señuelos para engañar a las truchas en los ríos de León.

Sospechas levantó su querencia instintiva por especies cercanas al diablo (las 'striges' o aves nocturnas, los búhos, los murciélagos con sus alas de piel a los que construía refugios y alimentaba; córvidos amaestrados como su inseparable grajilla Hermes, que se decía hablaba y robaba para él alhajas y joyas y pequeños tesoros); aprendió a responder al aullido del lobo y enseñó a guiñar el ojo a los gatos de la casa.

Fue traficante, de azabache astur y del ámbar gris del cachalote, y se sumergió en el lago de Carucedo, allá en las Médulas bercianas, para encontrar la ciudad sumergida de Lucerna de la que, como si de una 'atlántida' más se tratase, emergió con restos insospechados, objetos fuera de lugar y de tiempo: un mechón del cabello de Bernia, la semidiosa celta de esos parajes, lágrimas vidriadas de Ondina o la espada terrible de Roldán, llamada Durandarte, que se aseguraba ganó en Roncesvalles el legendario caballero leonés Bernardo del Carpio pasando después a manos del emperador Carlos I. Malas lenguas le hacían descendiente de la Reina Lupa. Algunas fuentes ven en él al autor del texto "Descripción de la Sinapia, península en la Tierra Austral", una 'constelación de esperanzas', una rara utopía hispana como la 'Omnibona'; otras le hacían poseedor de un fragmento del hilo de Ariadna.

Todo esto y más se dijo sobre Piter Kill.

 

seres y entes

Nunca se dudó de la erudición de Piter Kill, que del inglés tradujo los 'paraísos' de Milton y del latín las 'metamorfosis' de Ovidio.

Tuvo en sus manos el "Manuscrito Voynich"; compendió la obra de Flegón de Tralles y comentó el Beato de Liébana. Reputado fue su "Catálogo paradoxográfico de Longaevis", y añadió un opúsculo al singular tratado "El ente dilucidado" del demonólogo zamorano Fray Antonio de Fuentelapeña (que atisbó una teoría de la atracción universal diez años antes de que Newton difundiera la suya), donde se lee: "Los duendes son animales irracionales invisibles, formados por corrupción espontánea de vapores densos que se forman en estancias cerradas”.

A Piter Kill se le acusó de 'cultivar' pérfidas criaturas inmortales o muy longevas, "longaevis", y también íncubos y súcubos, en el sótano de la Casa del Sacristán tras haber limpiado de ellas la cripta de los Marqueses de Astorga, infestada y anegada bajo el altar mayor de la Catedral.

 

Imagen: detalle de uno de los sarcófagos en la cripta de los Marqueses de Astorga, sita bajo el altar mayor de la Catedral.